Minero Puertollano

Como hemos podido comprobar, es difícil mostrar los sentimientos por miedo a burlas, por miedo al que pensaran, por miedo al rechazo, etc. . . pero hay veces que alguien se rebela y dice: "Esto es lo que siento, lo voy a contar y me importa una mierda si no te gusta". . .

Cuando esto ocurre, te invade un sentimiento de satisfacción, y desahogo, por todo el cuerpo. Si a esto le sumamos el recibir un correo de un nuevo amigo llamado Manchego, la satisfacción es inmensa al comprobar que a lo mejor este sea un principio(aunque sea un principio pequeño) para que la gente comience a decir(escribir) todo lo que lleva dentro.

Muchas gracias por compartir el siguiente texto con nosotros y gracias por el correo de ánimo.

Mi padre

¿Por donde vas a venir mañana Papá?..Preguntaban con gran ilusión y escándalo seis fierecillas entre diez y un año de edad, noche tras noches al irse a dormir.
Yo, en concreto, era una de ellas y contaba ya con cinco añitos. Solía quedarme dormido, imaginando a mi padre sujetando una bici en la que íbamos montados todos mis hermanos y yo, y la empujaba, tratando de que no nos cayéramos. Ese era el verdadero interés de saber por donde iba a llegar ese día, para que nos montara en su bicicleta.

El regreso a casa podía hacerse de dos maneras, o por el llamado “rasito”, denominado así por ser la única parte llana o “rasa” de nuestra calle, que era una enorme cuesta; o bien por la carretera.

Al preguntarle esa noche, el respondía…“por el rasito”.- decía sonriendo pícaramente.
Al llegar el momento de su regreso, salíamos corriendo los seis hacía el rasito, deseosos de su viaje en bicicleta.
Lógicamente, ese día él venía a casa por el otro sitio, tranquilamente sin prisa, se lavaba, se cambiaba y salía a nuestro encuentro y entre grandes carcajadas nos llevaba a casa andando, imagínate, todos llorando y enfadados, protestándole.

Yo pensaba, que, seguramente, después de estar muchas horas picando carbón en la mina, (mi padre era minero), no tendría ninguna gana de pelear con una bicicleta y seis salvajes, que además algunos nos solíamos caer.

Algunas veces, aparecía por el rasito. Pienso en que no lo hacía por el cansancio, simplemente que era un CACHONDO.

Al año siguiente de esto que te cuento, no recuerdo si le esperábamos por el rasito o por la carretera, pero nunca llegó. El derrumbe de una de las galerías de la mina acabó con esos, y otros, muy gratos momentos junto a mi padre.

Por cierto, entonces y ahora seguimos siendo siete fierecillas.
GRACIAS CACHONDO

Publicado por Manchego

Muchas gracias de nuevo
Jim

"Las personas se unen entre ellos por diversos factores, pero a veces no tienen por que ser alegrías"