Viento

Tumbado en el sillón, escucho como confabulan contra mí. . .

Un silbido lejano marca el comienzo del baile. Los tres cristales del salón comienzan a vibrar, cada cristal mide más de dos metros de altura y un metro y medio de anchura; con tales dimensiones me temo lo peor.

Otro silbido, más repetitivo, pasa una y otra vez golpeando la pared cristalina. Primero vibra el cristal más alejado de mí, después el que tengo a mi altura, y por último, el que se sitúa a la altura de mi cabeza. Un segundo después todo se calma, aunque otro después; vuelven a vibran de una forma mucho más violenta que antes, tanto que me levanto del sillón y me coloco en el centro del salón para observar como son golpeados de una forma individual. Es muy raro, las ráfagas no consiguen moverlos de un modo conjunto, sino que da la sensación, de que tres titanes estén batiéndose para ver quién rompe primero su cristal con sus potentes soplidos.

Yo por si acaso, me voy a la habitación.

Besos

Jim