El profesional

El viernes por la mañana entré en el garaje y, como todos los días, baje los dos tramos de escaleras para llegar a mi coche. Según me acercaba al vehículo pulse la llave del mando para que se abrieran las puertas, me aproxime a la puerta del conductor y vi que la ventana de atrás del conductor había desaparecido.

En su lugar había un montón de cristalitos en el asiento de atrás.

“Joder, que putada. Algún hijoputa.” - Fue lo primero que pensé, ya que todos hemos escuchado historias sobre alguien que entra en un garaje y destroza algunos cristales, o retrovisores, sin ningún motivo.

Abrí la puerta del conductor y al sentarme en el asiento otra sorpresa me estaba esperando: La radio no estaba. En ese momento comprendí que lo del cristal roto no había sido una chiquillada.

Como no sabía qué hacer, ya que nunca me había pasado algo parecido, llame a la compañía aseguradora y me dio cita con un taller para que me arreglaran el cristal lo antes posible. También me dijo que tenía que denunciar el robo para que el seguro me cubriera la radio y que mirara haber si faltaba algo más. Sin mas dilatación, me monte en mi coche, salí del garaje, y cuando llegué al taller comprobé el estado del coche en general. . .

Resulta que el cristal de atrás del asiento del conductor NO estaba roto. Si no que lo que estaba roto era el cristalito triangular de un poco más atrás. El ladrón había sido tan certero con el golpe al cristal que TODOS los cristalitos habían caído dentro del coche, y los que pudieran haber quedado en el marco habían sido eliminados cuidadosamente.

Ya con el cristal triangular roto, había introducido el brazo y bajado la ventanilla de atrás, dejándola bajada del todo para que no se viera que estaba a medias, y por esto, cuando el guardia del garaje comenzó su jornada a las ocho de la mañana, no noto nada extraño en el vehículo.

Una vez dentro del coche, el ladrón desmonto la radio. Si, si: la desmonto: extrajo la radio de la ranura del coche y desenchufo los cables negros de la corriente, el cable rojo del audio y el cable gris del cargador de CDS. Este último cable gris tiene dos patillitas que tienen que ser presionadas a la vez para que se desenganche de la radio, y a veces es un poco complicado ya que el margen de presión es muy pequeño. Pero no quedo ahí la cosa. . .al terminar su cuidadosa tarea, juntó todos estos cables y los ató con un cordón para que no se colaran dentro de la ranura del coche!!.¡¡¡Joooder!!!. . .pero no quedo ahí la cosa. . . en el cenicero del coche llevaba una aspirina, el tornillo de seguridad de las ruedas y 2 euros. Lo normal en un ladrón es ramplar con todo y ver el botín en casa, ya que es un riesgo innecesario el estar seleccionando que te llevas. Pues bien: solo se llevo los 2 euros y dejo el resto. . .pero no quedo ahí la cosa. . .entre los asientos delanteros hay un pequeño cajetín en el que echo las monedas de 1 y 2 céntimos(ya que no me gustan nada) y lo tapo con un papel de propaganda para que no se vea. En este cajetín, también había una botellita de Jhonny Walker(vacía) de las pequeñitas que te dan en algunos bares, una brujita muy pequeña de las que se cuelgan del retrovisor interior y un llavero de Ámsterdam roto. El ladrón dejo todo en el cajetín menos las monedas de 1 y 2 céntimos. . .que profesional, jajaja.

Después de un robo tan subrealista, no me hubiera asombrado nada si me hubiera encontrado una nota diciendo:

“Siento haberte robado la radio, pero la crisis es la crisis. Cordialmente: El Ladrón”, jajaja.

Una vez que ya he solucionado lo del cristal roto, la radio, y el dichoso papeleo con la aseguradora. . .creo que es mejor reírse de estas cosas que no estar dándole vueltas y más vueltas.

Besos, Jim